Los pétalos rojos van cayendo y formando una montañita a mis pies. No sé cuántas dulces flores he malgastado en este tiempo, ni siquiera recuerdo si predominan los "me quiere" o "no me quiere".
Ya no noto el avance del tiempo, ni me azota la ansiedad que antes sentía.
Creo que la esperanza me ha dado la espalda y me he quedado sola, ante este cruce de caminos, esperando... esperando a que ella llegue a rescatarme, como un caballero de antaño, sobre un caballo blanco y blandiendo una espada con la que deshacerse de quien se interponga en el camino.
Y permanezco aquí sentada, con los huesos helados y el corazón visible en mi abierto pecho, arriesgándose a sufrir cualquier tipo de deterioro.
A veces, creo escuchar los pesados cascos de su caballo acercándose, pero no es más que el fuerte palpitar de mis sienes.
No puedo forzar las cosas, no puedo retroceder, ni avanzar.
Estoy perdida y parece que nadie me va a encontrar...
2 comentarios:
¿No habrás sido tú la que le dio la espalda a la esperanza?
Peor que sentir dolor es no sentir nada, pero querida, te equivocas al decir que no notas el avance del tiempo, o que la esperanza te ha dado la espalda... La tienes dentro, se refleja en tus palabras, mientras esperas a que su dulce y veloz caballo te rescate...
A veces todo se tuerce, y te encuentras perdida... Pero incluso en el lugar más remoto hay un caballero deseando encontrarte.
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