viernes, 17 de abril de 2009

Dos

Esa no es la cuestión exactamente. Yo no te he preguntado si lo harías, yo te pregunté si podrías negarme el haberlo pensado. Yo misma comprendo que el pensar en hacer algo no implica el tener que realizarlo. Así que, dime, ¿puedes negarmelo? ¿Eres capaz de decirme que nunca, por muy ínfimo que haya sido el momento, has pensado en mi de esa manera? ¿Puedes asegurarme que jamás, desde que nos conocemos, te has imaginado en una situación más íntima conmigo?

¿Por qué te importa tanto si no podemos hacerlo?


Porque nadie es quien de prohibir algo que ambas queremos hacer, cuando es una acción que solo nos afectaría a nosotras mismas. Si estamos de acuerdo, ¿por qué no podría suceder? ¿Acaso te importa lo que otros piensen al respecto?


No es eso, la opinión de los demás no me afecta. Lo que me impide realizarlo es mi propia moralidad.


¿Tu moralidad? ¿Por qué?


Porque no es lo correcto, no aquí.


¿Qué más da el lugar?


El lugar afecta, porque dependiendo de donde te halles, debes cumplir unas normas.


¿Hay una norma que prohiba la homosexualidad aquí?

No.

¿Entonces?

Hay una norma que me prohibe relacionarme, sentimentalmente hablando, contigo.


¿Qué? ¿Existe una prohibición que te obligue a no relacionarte explícitamente conmigo?

Si y no. Me prohibe relacionarme, en otro nivel, con los pacientes, en especial, contigo.

No entiendo de qué me estás hablando... ¿Qué tengo yo de especial para que se me aplique sobre todo a mi? Además, es muy fácil, cambio de doctor y ya está.

Sabes que todavía no puedes irte de aquí.

¿Por qué no?

Porque no has terminado tu tratamiento.

Muy bien, si ese es el problema, se puede esperar. Cuando termine el tratamiento podremos irnos, juntas. Total, ¿cuánto puede durar ya? ¿Un par de semanas? ¿Meses, quizás? ¿Puedes esperarme unos meses?


Puedo esperarte eternamente, ya lo llevo haciendo muchos años.


¿Años?

Ya lo sabes, trata de recordarlo. Esta conversación la hemos tenido muchas veces. Ahora solo depende de ti lo que tardemos en realizarlo.

No... no te entiendo...

Lo sé, pero pronto dejará de tener importancia.

1 comentario:

Any_Porter dijo...

Magnífico. Sencillamente magnífico. Me has dejado con un sabor de boca tan amargo y tan dulce al mismo tiempo que voy a tener que levantarme del asiento a buscar algo para beber y arrastrar el nudo de la garganta. Seguiré diciendo siempre que me encanta cómo escribes y la manera en que empujas todos esos sentimientos con cada letra.

Y sí, es real. Ese chico llamó a la puerta de la casa del tío que lo echó de la rotonda con el coche y le explicó todo a su mujer. Le dejó la tarjeta, pero en lugar de recibir la disculpa que esperaba, fue ella quien le llamó para disculparse y agradecerle que le abriera los ojos.

La vida a veces es más fascinante que la ficción.

Biquiños, chica loba ;)