martes, 21 de abril de 2009

Tres (I)

No es algo que haga por curiosidad, la verdad es que no tengo ni idea de por qué me pasa esto, supongo que todo el mundo lo hace, en algún momento...
Vale, tenía que escribir, ¿no? Pues ahí va, aunque en mi opinión no tiene ningún tipo de relevancia, pero como tampoco sé exactamente qué es lo que debería o no escribir...
En fin, el caso es que, a veces, veo a gente pasar por delante de mi, gente a la que no conozco y a la que, probablemente, no vuelva a ver jamás en mi vida. Pues me pasa que, cuando veo a ese alguien, me gustaría saber más cosas de esa persona, pero como no es interés lo que tengo en conocer, me invento sus vidas. Adoro imaginarme la vida de otras personas, es liberador. Si, puede sonar extraño, pero lo siento así. Cuando me pongo a divagar mentalmente sobre la vida de cualquier persona elegida completamente al azar, siento una liberación sorprendente. Es como si desconectase de la mía propia, incluso yo puedo aparecer, esporádicamente, en la vida de esa persona. Recreo conversaciones, me invento diversas situaciones y... me hace sentir bien. (La verdad es que creo que son las proyecciones de mis propios sentimientos reprimidos que salen a la luz de esa forma)
Por ejemplo, ahora mismo, al asomarme a la ventana he visto como llegaba un grupo de chicos en un monovolumen, han aparcado y bajado del coche. Eran dos chicos y una chica. Los chicos se han desnudado para ponerse el neopreno y la chica se ha sentado encima del capó a fumar mientras miraba a la inmensidad del océano.
El aparcamiento está lleno de coches y en muchos de ellos se suceden escenas parecidas, chicos y chicas llegando y ajustándose sus trajes de neopreno frente a la playa.
En un primer momento, me han dado unas enormes ganas por juntar todas sus historias, con un nexo tan claro es muy fácil, pero... no es lo que busco. Lo que me interesa es la chica del monovolumen.
La primera pregunta es ¿por qué está ahí? Los demás tenían una clara unión, una preferencia más que palpable hacía el surf, pero ¿ella? Simplemente se bajó del coche y, con un cigarro entres sus dedos, ses puso a mirar el mar. ¿Qué hace ella ahí? Puede que fuese la pareja de alguno de los chicos que llegaron con ella, pero ninguna señal me hizo pensar eso, ni un cruce de miradas, ningún gesto de complicidad, nada. Ella se alejó y ellos bajaron con sus tablas a la playa. Ella era la conductora por lo que elijo la opción de que, sencillamente, era la encargada de llevarlos. Los chicos, sus amigos, no tenían forma de transportar las tablas y se lo pidieron a ella. Ella hoy no tenía nada que hacer y aceptó hacerles el favor.
Vale, esa es la respuesta teórica al por qué de que esté ahí. Pero tiene que tener una razón interior de fuerza, un por qué real. Se me ocurren varias razones, sobre todo al ver que ella fue la que se alejó, ambas tienen en común la soledad.
Ahora bien, ¿es una soledad buscada o una soledad necesaria?
Al ser ella la que voluntariamente se separó del grupo, podría decirse que es una soledad buscada. Observando la forma de sujetar el cigarro, se puede ver cierto nerviosismo. Lo que me lleva a pensar que puede ser una persona tranquila socialmente, por lo tanto, su soledad es necesaria. Si se siente incómoda estando sola, no tendría que buscar la soledad si no tiene un motivo, así que... necesaria.
Vale, ¿por qué necesita estar sola? Tal vez tenga algún tipo de problema del que no quiera hablar y por eso la opción de alejarse. Quizás, simplemente, lo que quería era pensar.
Bien, hasta ahí la historia se puede deducir, probablemente sea erróneo, recordaré que no es más que una historia inventada y que, ninguno de los hechos aquí descritos, han ocurrido en realidad, creo...

- Hola, ¿te encuentras bien?
-- ¿Eh? Ah, hola. No, la verdad es que no.
- ¿Qué te pasa?
-- Nada, es solo que... ya no entiendo nada.
- ¿Qué es lo que no entiendes?
-- La vida en general, el por qué de ciertas situaciones, el cómo de muchas otras...
- La vida no es justa y no siempre se pueden obtener las respuestas que necesitamos.
-- Lo sé, pero no me gusta.
- Es comprensible, pero no se puede hacer nada. Tal vez, si me dices a qué te refieres exactamente, yo pueda ayudarte a verlo desde otra perspectiva.
-- No, no puedes, sé que no tiene forma de resolverse y ni tú ni nadie podeis hacer nada ahora.
- Pero puedes desahogarte y así calmar tu interior.
-- ¿Eso valdrá para algo?
- Te lo aseguro.
-- Está bien. He perdido a alguien muy cercano, alguien a quien quise con toda mi alma y por la que hubiese dado todo.
- Lo siento.
-- Eso no es lo peor. Lo peor es que nunca he podido decirle todo lo que sentía, nunca le dije lo mucho que lo quería y ahora ya no tiene solución. Intenté decírselo una y otra vez, pude haberlo hecho, solo esperaba el momento adecuado, pero tenía miedo de que me rechazase. Creía que, si se lo llegaba a decir, las cosas entre nosotros cambiarían y terminaría por perderlo y ahora... lo he perdido igualmente y no pude decirselo.
- Es un miedo razonable, pero en esta vida, para ganar, debes correr riesgos.
-- Me he dado cuenta. Es spor eso por lo que estoy así. Porque de haberlo sabido, se lo hubiese dicho antes y no permitiría que se alejase. Puede que no consiguiera estar con él de la manera en la que pretendía, pero haría lo posible para seguir como siempre y sé que él valoraría la amistad por encima de todo.
- Pudiste haberlo hecho.
-- Pero ahora ya no se puede hacer nada y me duele. Además, no puedo evitar sentir más miedo todavía.
- Miedo, ¿a qué?
-- A la fugacidad de la vida. Es que... nunca podemos saber cuando llegará el final y me da miedo pensar en todas las oportunidades que nos perdemos por no ser capaces de decir ciertas cosas. En vez de decirlas, porque además son importantes, nos callamos para evitar ciertos sucesos, pero tampoco podemos estar seguros de las reacciones que tendrán nuestras palabras.
- Tienes razón, lo mejor es decirlo, porque ¿Por qué no va a ser el momento oportuno? Eso no aparece, los momentos se buscan.



Siento tener que dejar la historia así, pero no puedo seguir escribiendo. No puedo porque al plasmar mis pensamientos en papel, me estoy dando cuenta de todo. Me dan miedo mis pensamientos. Jamás se me había ocurrido pensar en esto. Y ahora que lo estoy haciendo e intentando recordar situaciones parecidas (porque supongo que todo el mundo tendrá alguna historia así, sobre todo si las escribes, habrá salido de alguna parte, ¿no?) no soy capaz de encontrar ninguna. Estoy segura de que algo así he tenido que vivir, pero... no puedo recordarlo. De hecho, no puedo recordar nada de mi vida, nada de lo que soy... ¿Tengo a alguien esperándome en alguna parte? ¿He sentido eso en algún momento? ¿Por qué no lo recuerdo?

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