La luz cegadora se extiende por todo el lugar.
Esas pequeñas cosas que, por la oscuridad de la noche, no eran apreciables, ahora se distinguen, cada centímetro, cada minúsculo detalle que lo forma, se ve con una claridad estremecedora. Es toda una explosión para mis inexpertos ojos.
Pero no termina ahí, poco a poco, voy siendo consciente de todo mi entorno.
El olor del barro formado bajo los robustos árboles inunda por completo mis fosas nasales y es el lejano aleteo de un pequeño pájaro el que me hace reaccionar.
Miles de preguntas se abalanzan en mi mente, dispuestas a ser lanzadas al aire y poder, de ese modo, calmar un poco la extraña sensación de ansiedad que me corrompe.
Ella pone un dedo sobre mis labios impidiéndome emitir el más leve sonido.
Su piel se me antoja suave, y maravillada por esa suavidad me quedo observando su dedo, como si se tratase de una reliquia que jamás nadie pudo encontrar.
Su voz melódica atraviesa por completo mi ser, siento con cada palabra que dice como una caricia recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.
- Sssh, ahora te mostraré cosas que jamás habrías ni soñado, descubrirás miles de sensaciones nuevas. ¿Estás preparada?
Yo asiento con un ligero movimiento de cabeza y sin mediar palabra sus brazos se aferran alrededor de mi cuerpo impidiendo que la más leve corriente de aire pase entre nosotras.
De nuevo, su índice juega a recorrer mis labios, su mirada se clava en la mia. Sonríe…
Muy lentamente su mano se introduce entre mi pelo, acariciando mi nuca con pequeños movimientos circulares.
Sus labios se topan con los míos…
Tenía razón, no sabría explicar tal sucesión de sensaciones.
Sentía como si una llama se acabase de encender en mi interior y se fuese avivando a cada instante. Una gran llamarada de fuego ardía en mis venas, la quemazón se volvía más y más intensa con cada roce de nuestros labios.
Cuando su mano se cansó de jugar entre mi pelo, comenzó a deslizarse por mis clavículas, poco a poco, perfilando por completo sus formas, como intentando memorizarlo todo. Su mano continuó su recorrido hasta mis senos, donde permaneció por largo tiempo masajeándolos incansable. Fue bajando, llegó a mi pubis, se coló entre mis piernas y me folló.
Me folló como nunca antes me lo habían hecho. Jamás hallaré la forma de expresar con palabras todo lo que sentí.
Era dura, fría, de movimientos rápidos e incesantes. Al mismo tiempo la sentía delicada, lamiendo la fina esencia de mi ser, caliente, pasional.
Los orgasmos con ella eran más intensos que nunca y su duración se había multiplicado por mil.
Tras morderme, saboreó nuevamente mi sangre, emitiendo el gemido más excitante que había escuchado en toda mi vida.
Mi cordura iba deteriorándose por momentos.
Con la boca aún llena de sangre me besó, mientras se rasgaba una muñeca y dejaba caer unas gotas sobre mi pecho.
Me ofreció su muñeca, a la que me aferré con todas mis fuerzas.
Ella lamió la sangre sobre mi pecho y volvió a colarse entre mis piernas.
El sabor de su sangre hacía que se me nublara la vista y el placer que me provocaba su lengua estaba consiguiendo llevarme al éxtasis de nuevo.
Exhausta, terminé desfalleciendo entre sus brazos.
- Mañana te enseñaré otra lección.
2 comentarios:
me encanta!
Muy excitante. Me gusta.
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