martes, 8 de septiembre de 2009
Limpio la lágrima que resbala por tu mejilla. Tu reacción silenciosa se basa en clavar esa mágica mirada en mi. De repente, como paralizada, dejo que mis dedos reposen sobre tu húmeda piel y... por un instante, el corazón deja de latir en mi pecho. Las únicas palabras que consigo enlazar forman una simple, pero verdadera y eficaz frase: Eres preciosa... Y ya no sé si son tus labios o los mios los que salvan la distancia que nos separa, no sé si se trata de esa fuerza invisible que nos empuja. Lo que si sé es que, a pesar de todo, una y otra vez volveré a tus brazos, sin poder evitarlo...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario