sábado, 7 de mayo de 2011

La música dejó de sonar en mi corazón. La maravillosa canción que me hacía despertar, moverme, ser yo misma... dejó de existir... en su lugar ahora solo queda la desesperación y los recuerdos que jamás podrán ser borrados (aquella suave melodía inspiradora)


Y es que ya no noto esa sensación vertiginosa, esas ansias de ir hacia lo desconocido, de seguir caminando, de avanzar a grandes zancadas hacia un paraíso utópico [e irreal]



Mi cuerpo no reacciona ante los estímulos que lo rodean, ya no quiere seguir el compás marcado, ese que siempre quiso seguir, ese que tanto le gustaba y por el que tanto había luchado.


Es cierto que hay desesperación en mi alma (por dejar desaparecer la melodía), pero también es cierto que es la desesperación más apacible, tranquila y reconfortante del universo...
¿Para qué seguir el ritmo marcado, cuando ahora sé que puedo crear nuevas [y más impresionantes, si es posible] melodías que ocupen, de nuevo, todo mi mundo?

No hay comentarios: