jueves, 13 de agosto de 2009

Su cuerpo temblaba frente al mio. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando, tartamudeando, me preguntó si podríamos volver a vernos. Le dije que si con la mirada, sus mejillas se sonrojaron. Creí que iba a llorar por la perfección del momento, por toda la belleza que ella desprendía a su alrededor, pero no pude más que sonreír maravillada con el espectáculo que estaba sucediendo. Alcé mi mano hacia su rostro, mis dedos acariciaron su suave piel. Ella clavó su mirada en la mia y el tiempo se congeló.

Es extraño el sentimiento que me azota el alma cuando ella no está. Siento un vacio inmenso que me transporta a un mundo completamente alejado de la realidad, es como navegar sin rumbo, con un corazón que me pesa en el pecho. Siento como que debería desprenderme de él, ya que la sensación de desasosiego es tan fuerte que incluso me cuesta respirar y pensar con claridad.

No sabría explicar con palabras la delicia que siento cuando la veo. Al tenerla frente a mi, no es solo su cuerpo el que, temblorosamente, se acerca al mio. No soy capaz de tener bajo mi completo control los movimientos que hago. Intento que se me note lo menos posible, pero cuando nuestras miradas se cruzan, sé que dejo que se vea todo lo que mi corazón siente hacia ella.

En un estado de completo aislamiento, mis músculos se relajan y contraen en minúsculos intervalos de tiempo. De nuevo me azota ese malestar producido por su lejanía, de nuevo comienza la espiral de sucesiones de imágenes en las que solo puedo verla a ella: su pelo ondeando al viento, su caminar pausado, su magnética mirada, la perfección de sus labios y sus dulces gestos...

Ya está, ha ocurrido de nuevo, está en mi mente y en mi corazón... Pronto comenzará la persecución, las incesantes carreras... Otra vez seré capaz de flotar mágicamente ante la mirada incrédula de la gente... Y de nuevo, la caída me esperará...

2 comentarios:

Any_Porter dijo...

¿Para qué pensar en la caída? Si llega, ya la enfrentaremos. Mientras... Olvidémosla. La vida consta de momentos entre nubes y de arrastrarnos por el lodo... Cuando nos arrastramos no pensamos en el paraíso. Hagamos lo mismo mientras volamos...

Biquiños.

Dana dijo...

Me encanta...