miércoles, 18 de febrero de 2009

Y el tiempo se detuvo justo en ese momento.

Porque justo ahí, fue el momento exacto en el que pudo hallar la paz

y comprendió que la felicidad está presente en la vida,

día a día,

en los pequeños detalles.

En ese sonido

de las olas

rompiendo

contra fuertes rocas,

en ese movimiento

incesante

ondeando

en la inmensidad,

en ese rayo de sol

cegador

acariciando

las siluetas,

en esa pequeña brisa

oceánica

recorriendo

la soledad.

El tiempo ya no importaba, la mente dejó de trabajar disfrutando de esa etraña sensación, esa que le acariciaba dulcemente el corazón, que lo masajeaba y recomponía, se dejó llevar por toda la tranquilidad que la rodeaba, se dibujó en su cara una sonrisa de satisfacción, de completa y absoluta satisfacción.

Si, ahora todo cambiaría, ahora, ahora que sabía la verdad, ahora que sabía que ahí residía la felicidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí que escribes bien nena.
Me pido una historia para mí, que lo sepas!!
Nos vemos en nada.
bicos, wapa!!